Te ha picado el gusanillo del tenis de mesa y quieres empezar. ¡Buena elección! Pero claro… ¿qué necesitas exactamente? ¿Una pala con Wi-Fi? ¿Zapatillas con turbo? Tranquilo, empezar es fácil, y no necesitas hipotecarte.
Lo primero: la pala. Para comenzar, lo ideal es una pala premontada, es decir, que ya viene con las gomas puestas de fábrica, pero de una marca conocida. Busca una que ofrezca buen control, con gomas blandas (tienen más agarre y perdonan más errores) y una madera ALL o ALL+, que no sea ni muy rápida ni muy lenta. Lo importante al principio es que puedas colocar bien la pelota, no hacer fuegos artificiales.
Luego están las pelotas, que son más importantes de lo que parecen. Las oficiales son de plástico ABS, de 40 mm, y las mejores llevan el sello de 3 estrellas. Eso garantiza un buen rebote, durabilidad y que no parezcan pelotas de ping-pong de feria. Para entrenar, puedes usar pelotas de 1 o 2 estrellas, pero que sean de calidad decente.
Ahora, la ropa. Muy importante: nada blanca. ¿Por qué? Porque las pelotas también son blancas (o naranjas), y si vas vestido igual, el rival no verá nada. Así que mejor ropa oscura o de colores llamativos. Debe ser ligera, cómoda y transpirable. Nada de camisetas gigantes ni pantalones que te impidan moverte.
Y las zapatillas: fundamentales. Busca unas con buena sujeción lateral y suela que agarre bien al suelo. Las zapatillas de correr no valen, porque aquí no vas en línea recta, sino que haces desplazamientos cortos y rápidos a los lados.
Extras: una funda para tu pala, una botella de agua y, sobre todo, una actitud curiosa y muchas ganas de pasarlo bien.
Con eso, ya estás listo para lanzarte al mundo del tenis de mesa. ¡A disfrutarlo!