Si tus pies no están donde deben, tu brazo no servirá de nada. La posición básica es sencilla: rodillas ligeramente flexionadas, pies un poco más anchos que los hombros y el peso hacia delante. Imagina que estás listo para saltar sobre un trampolín, pero sin despegar.
El footwork, o movimiento de pies, es la clave para llegar a cada bola bien colocado. Los pies nunca se deben cruzar: los movimientos laterales se hacen como si fueras un cangrejo. En cambio, para acercarte rápido a la mesa y llegar a una bola corta, parecerás un luchador de esgrima.
Practícalos hasta que te salgan sin pensar, como bailar salsa sin contar los pasos.
Un consejo: nunca te quedes quieto. El tenis de mesa es dinámico, y tus pies tienen que estar siempre “en alerta”, listos para moverse al siguiente golpe.
Siempre impactarás mejor la pelota con una buena situación, que no alargando el brazo para evitar mover los pies.